Oporto, espléndida y exuberante.
Hay ciudades que gustan… Otras que encantan, pero hay otras de las que sencillamente te enamoran…
De sólo pensar en Oporto, mi mente se deleita, mi boca hace agua y mi olfato se afina… El sólo aterrizar en el aeropuerto “Francisco Sa Carneiro”, me acelera el corazón, miro a mi pareja y con una sonrisa cómplice ya sabemos los que nos espera: simplemente algo llamado Magia…

Oporto es espléndida y al mismo tiempo exuberante. Es una combinación de arte gótico y barroco antiguo con una arquitectura contemporánea… Antes de llegar al Duero, el río que todos los turistas buscan para tomarse fotos, debes entender qué es Oporto. Su gente es apasible, trabajadora y simpática… Sus calles adoquinadas dan la sensación de estar en Londres, Liverpool o Manchester. Eso sí, con un olor a mar que no tienen las anteriores ciudades británicas… Tocar la mano de tu pareja mientras observas la torre de Los Clérigos es ver el cielo azul, reencontrarte contigo mismo y estrechar esos lazos con la persona que más amas en la vida…

La vegetación de Oporto te traslada a los grandes jardines europeos, por eso me atrevo a decir que esta ciudad es la maravilla de Europa, combina color, texturas, arte, furor y pasión… Mientras llegas al Duero y decides atravesar a Vila Nova de Gaia, debes conocer la estación de Sao Bento… Al ingresar sentirás un ambiente clásico parecido a un largo cuento de literatura británica. Al levantar tu mirada podrás oler a historia. Viajarás en el tiempo, tu mente se trasladará a aquellos años cuando el Duero era el afluente más importante de toda Europa occidental, pues por allí ingresaron los reyes ingleses a aprovecharse de las fértiles tierras que generaban la uva necesaria para el vino… Abrazar a tu pareja mientras caminas hacia el edificio de la Bolsa es imprescindible… Ambos deben respirar ese aire fresco que proviene del Atlántico.

Y es que Oporto es mágica en cualquier época del año. Hasta en invierno su clima es tan tolerable que provoca jugar en medio de la lluvia y la nubla en pleno Puente Don Luis I… Al llegar al barrio de La Ribeira, Oporto es otro escenario. Es como si cambiaras de ciudad en cuestión de segundos… A tu olfato llega ese aroma de buenos pescadores, ese mismo que te recrea a la Oporto medieval…
Muchos te recomendarán la “Francecinha” como plato tradicional, pero yo espero que pruebes una buena copa de vino blanco con un delicioso, apetitoso “Bacalhau A Se Du Pipo”, es decir, bacalao con patatas bañada en salsa bechamel. Probar este delicioso plato escuchando un Fado de fondo, es tocar el cielo con las manos. Es delirar mientras tus papilas gustativas se conectan con tus poros. Es sentir magia entre los labios…


Hay cosas que debes hacer antes de morir, y tomar un vino al frente del Duero es una de ellas… Te recomiendo tomarte media copa de un “Cardela Do Crianza”. Es tomarte una joya. Es sentir como ese líquido de rojo intenso despierta tus sensaciones más intensas… Por favor no te lo tragues enseguida… Siente como esa combinación de tempranillo, Cabernet- Sauvignon y Merlot, ocasiona un trauma cerebral, una parálisis temporal.
No importará tiempo ni espacio, sólo Oporto y yo, no necesito más nada para vivir después de esa sensación…